Al final fuimos tantos para celebrar el primer añito de la hermanita humana que mi cara de pena surtía efecto con bastantes personas, por lo que casi todo el mundo me dio, hasta los niños que vinieron que tenían miedo a los perrines, conmigo estuvieron jugando y dándome patatas fritas y trozos de jamón york. Además, como dice mi mami humana, parezco un
Roomba porque no dejo ni una miga por el suelo. Así que cuando salí por la noche a hacer mi último pis, mi papi humano comprobó con estupor cómo en vez de cacotas hacía diarrea a chorro. Y claro, ahora me duele la panza y sólo quiero dormir y que me hagan mimos.
Esto me pasa por ser un gulas.
Rock&Guau!
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