Dentro de un mes llegan las fechas navideñas y algunos niños han pedido a
Santa Claus o a los
Reyes Magos algún tipo de mascota, ya sea perrín, gatín u otro tipo de animal de compañía. Y, claro, se compran muchos cachorros para regalar. Yo fui uno de ellos hace tres años. Por lo visto llegué en una cajita a la casa que iba a ser mi hogar hasta que llegó junio con las vacaciones y no supieron qué hacer conmigo, con el agravante de que en aquella casa también vivía un gato, por lo que no podíamos hacer vida juntos ya que nos queríamos matar el uno al otro. Y así fue cómo llegué a casa de mis papis, teniendo la suerte de no haber pisado la perrera y aquel hombre que me compró y se gastó tanto dinero en mí encontró a mi actual familia, lo que agradeceré enormemente.
Mi mami siempre ha dicho que se niega a pagar por un perro y que la gente que paga por ello está fomentando la esclavitud canina de criaderos ilegales, muchos de ellos en condiciones higiénico-sanitarias lamentables. Es cierto que hay criaderos hiperresponsables con sus animales, haciendo las camadas estipuladas y cuidándolos maravillosamente, como el criadero del que yo vengo, pero hay tanto mercado negro que sólo hay que darse una vuelta por tiendas on line de segunda mano y de intercambios para darse cuenta del gran negocio ilegal de la compra-venta de cachorros.
El caso es que, por favor, si estas navidades decides comprar una mascota, pásate primero por las protectoras ya que hay animales de todas las razas, además de cachorros, ya que llegan muchas hembras embarazadas y dan a luz en las protectoras. Si no te convence, cómprate una mascota, pero deberás tener en cuenta de que
NO ES UN JUGUETE y no se le pueden quitar las pilas, además de que vivimos de media unos 10-12 años; tenemos necesidades que hay que cubrir y cuestan dinero: veterinario, comida, juguetes; nos ponemos enfermos (como las personas), por lo que es un gasto extra en veterinario y medicinas; algunos necesitan educador canino para corregir algunos comportamientos; hay que tenernos en cuenta cuando los humanos se van de vacaciones, bien para buscar un lugar adaptado a nosotros o llevarnos con ellos; en el caso de los perrines, nos tienen que sacar para hacer nuestras necesidades y, según qué carácter, como es mi caso, quemar la energía que nos recorre el cuerpo.
Por lo que leéis, llevar una mascota a casa no es cuestión de meter una bolita de pelo adorable en una cajita porque además, crecemos (algunos llegan a pesar 80 kilos como los San Bernardos o Dogos Argentinos) y soltamos pelo, así que debéis tomar una decisión responsable en familia y no dejaros guiar por lo adorables que somos de pequeños. Si no nos vais a cuidar como merecemos, mejor comprad un peluche o pasar por una protectora a echar una mano para pasearlos, darles de comer o limpiarlos.
Rock&Guau!