14 may 2017

La vida con perro es mejor

Esta mañana la mami humana se ha empezado a descojonar sola mientras se duchaba y el papi ha ido a preguntar que qué le pasaba. Supongo que después de semanas tan estresantes y agotadoras para ella, le salen los nervios en forma de risa, pero a lo que vamos, que la mami tenía un sofoco muy grande y le estaba intentando contar al papi lo que se le había metido en la cabeza. Y cuando lo consiguió, los dos estaban partiéndose y diciendo que realmente la vida con perrín es mucho mejor o por lo menos, te da infinidad de anécdotas.
La historia es esta: hace un par de años cuando fuimos a Olivenza, me llevaron a pasar el día visitando pueblos pacenses para hacer un poco de turismo. Total, que visitamos Villar del Rey, Valencia de Alcántara, Alburquerque y Campo Maior (Portugal), entre otras. Y como yo ya estaba un poco cansado de subir y bajar del coche; mearme en todas las esquinas y ver castillos, iglesias, lugares asfaltados y empedrados, los papis hicieron una parada en un sitio que parecía ideal para perrines en medio de la dehesa extremeña. Cuando paramos salí escopeteado a estirar patas, olisquear y corretear, además me atrajo mucho el olor a caca de vaca que impregnaba el ambiente. Vi las caras pálidas de los papis porque habíamos parado en una zona que acababan de abonar y yo ya estaba encantado haciendo la croqueta y rebozándome en la mierda como si no hubiera un mañana. De nada sirvieron ni las órdenes ni los gritos que me pegaron porque yo estaba allí a mis anchas, restregándome con ese olor tan penetrante y delicioso para mí y tan repugnante para ellos. La escena fue épica.
Claro, una vez que volvimos al coche, tuvieron que pasarme una toalla para quitarme la mayor parte de los tropezones de mierda (esa toalla fue directamente a la basura), protegieron el coche con una manta que siempre llevan en el maletero para emergencias (esa sí que fue a la lavadora y sí, esto fue una emergencia en toda regla) y bajaron las ventanillas a tope hasta que llegamos a casa donde me metieron directamente en la bañera para lavarme en profundidad. La mami me dio como ocho jabonadas porque el color blanco de mi lomo se había convertido en marrón y el olor no se iba; el papi mientras adecentaba el coche y metía la manta en la lavadora con detergente extra y lejía a saco. Pero, oyes, lo que yo disfruté no lo quita nadie.
Al día siguiente, el coche aún olía a mierda de vaca y eso que lo habían dejado en el garaje con las ventanillas bajadas y un ambientador de esos de gelatina. Ese día no les hizo ni pizca de gracia, pero... cómo no me van a perdonar con esta carita de cielo que tengo.
PD - Esta foto es en la senda que va desde la Playa de La Arnía a El Portío en Cantabria, enfrente de los Urros, más que nada porque no hay registro fotográfico de este momento tan guarro.
Rock&Guau!

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