Ayer por la tarde el papi y yo nos volvimos a encontrar con el rebaño de ovejas, así que mientras el papi y el pastor le daban un rato a la sin hueso, estuve un rato colegueando con mis maestros pastores, aunque también estuvimos vigilando porque, aunque las ovejas son bastante tranquilas, como una coja carretera, el resto van detrás como tontas. Es muy guay ser perro pastor porque a los perrines siempre nos ha encantado ayudar a nuestros humanos y para muchos trabajos somos el perfecto compañero, aunque la mami aún no me pueda llevar a la oficina.
Rock&Guau!
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