Como os he dicho, hemos parado unos días también en Olivenza (Badajoz). Normalmente venimos al pueblo cada año porque los papis de mi papi humano son de aquí y tienen una casa. Me gusta mucho venir a Olivenza porque me siento más rural que nunca, es más, los papis dicen que en el pueblo me vuelvo un desobediente completo y un perrín asilvestrado. Pero es que no lo puedo evitar, me encanta esparcirme por la hierba, ir todo el día suelto, darme baños en la charca y que me lleven a correr por la dehesa para ladrar a los cerdos y las vacas. A los toros bravos no, que tienen pinta de ser un poco peligrosos.
Además, es un pueblo muy recomendable: tranquilo, bonito y se come genial, incluso existe una pequeña leyenda de un "conflicto internacional".
Rock&Guau!
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