Pues sí, amigos, los perrines tenemos la gran capacidad de hacernos amigos de cualquiera y en esta ocasión, estamos en Corella (Navarra) en una granja de avestruces. La hermanita humana y yo estábamos flipando con los bichos tan raros que veíamos: un cerdo muy feo con colmillos torcidos que no hacía nada más que gruñir pidiendo pan duro y dos pájaros enormes, cuellilargos, con enormes ojos y pestañas infinitas que nos miraban con cara de mala leche y abrían las alas amenazadoramente. Avestruces dicen los papis que se llaman.
Y aquí me tenéis, protegiendo a la hermanita de semejantes criaturas. Menos mal que también hay una valla...
Rock&Guau!
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