17 mar 2017

¿Amputaciones estéticas? ¡No, gracias!

Hoy los perrines y gatines estamos de enhorabuena porque ayer se han prohibido las amputaciones estéticas en los animales en el Congreso de los Diputados, siguiendo el convenio europeo. Un paso más para nosotros. En mi caso, tengo la cola completa, pero hay algunos de mis colegas que se la quitaron porque según sus humanos eran más guapos así. Y no se dan cuenta de que nosotros somos guapos de todas formas.
Respecto a esto, os quiero contar una parte de mi pasado, del cual nadie debería enorgullecerse porque como ya sabéis, yo soy adoptado, pero antes de estar con mis papis y hermanita, vivía en una casa en la que también vivía un gato y como nos peleábamos, la solución era tenernos encerrados durante todo el día en habitaciones separadas, por lo que mi nivel de alerta siempre estaba muy alto, lo cual implica que mis orejotas y mi rabo siempre estaban tiesas, por lo que las orejas se me quedaron hacia arriba, con lo que el estándar de la raza ya no lo cumplía (¡Menuda tontería!). Cuando mis papis me adoptaron, una de las primeras cosas que hicieron fue visitar el criadero donde yo nací (lo cierto, es que es un criadero muy importante de Jack Russell donde los crían de forma responsable, pero no deja de ser un lugar donde se paga por obtener un ser vivo). En el criadero me conocieron inmediatamente como un miembro de la camada T (es que antes me llamaba de otra forma, pero como iba a tener una nueva vida con una nueva familia, me pusieron Walter - ya os contaré de dónde viene mi nombre) y una de las personas nos dijo con cierta pena que las orejas, al no estar caídas, ya no parecía un Jack Russell. Su solución era pegarme unas monedas con esparadrapo durante unos días para que hicieran de contrapeso y volviesen a su estado "original". A lo que mis papis se negaron porque yo ya no era un T de su camada, había pasado a ser su pequeño Walter.
Rock&Guau!

2 comentarios:

  1. Walter no entiendo porque te encerraban, puedo afirmar 100% que te llevas bien con los gatos.

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  2. Porque el ser humano es increíble: se pueden gastar cientos de euros en comprar un animal, pero racanean a la hora de buscar ayuda externa para solventar según qué casos de comportamiento (felino o canino, da igual). Lo mejor de todo esto es que ahora estoy en una casa donde mis papis me adoran y mi hermanita humana se emociona cada vez que me ve y eso sí que no tiene precio.

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